A partir de este momento y con el debido permiso, pubicaré fanfics realizados por Duskya, ella tiene una mente maravillosa, provista de una gran imaginación y originalidad; con una prosa excelente.
Les invito a conocerla por medio de sus escritos.
El, simplemente El.
TITUTLO: EL, simplemente EL
AUTORA: Duskya
TIPO: MSR
DISCLAIMER: Siguen perteneciendo a Chris Carter
SPOLIERS: Ninguno
Está sola en el despacho, sabe que Mulder no aparecerá por allí, por encontrarse en cama con una inoportuna gripe. Piensa que le tocará hacer todo el informe, con el consiguiente papeleo, a ella sola. Tratará de acelerar al máximo el trabajo, para poder salir antes y pasarse por su casa. Seguro que su nevera está vacía. Intentará llevarle algo de alimento, lo que se prescribe en estos casos, algo suave, de fácil digestión, pero que sea nutriente.
Quiere concentrarse en el trabajo, pero no lo consigue. Su pensamiento salta de una imagen a otra; y acaba confirmando algo que hasta entonces ni se lo había planteado, pero que desde luego está allí.
En todas sus visiones hay un único protagonista. EL, así, en mayúsculas. No hace falta ni mencionar su nombre, porque para ella, solo existe un EL. Comprende que desde hace años los dos siguen por el mismo sendero. Cogidos de la mano. O apoyando su brazo en sus hombros. Dentro del coche, circulando por carreteras interminables. Teniéndose que quedar a dormir en más de una ocasión allí dentro, muy juntos. Sabe qué loción de afeitado y qué colonia usa. Esa mezcla de olores forma parte de su personalidad; cuando entra en el despacho, sabe de antemano, si ya ha llegado. En cuanto abre la puerta le llega ese aroma tan personal.
EL, la ha tenido abrazada, reconfortándola tras un susto, un percance, un momento de peligro. Y esa proximidad, ya hace tiempo le sabe a poco. Ha apoyado su cabeza encima de su hombro, sintiendo cómo le acaricia el pelo. Luego ha notado que sus cabellos en más de una ocasión, se han adherido a su incipiente barba. Todos estos pequeños detalles forman parte de su vida.
EL… -suspira- Para llegar a esta conclusión, a esta aceptación, sin reservas, que con sólo esta palabra, no haya más que decir, han hecho falta años en los que les ha tocado vivir todo tipo de aventuras.
EL… ha sido su apoyo en muchas ocasiones, y lo que le parece más fuera de lugar es que le apetece lo siga siendo. Recuerda que también es a veces ese hombre burlón, cínico, con un humor endiablado, que pocos entienden. Tampoco ella en alguna ocasión, pero con el paso del tiempo, son las menos, le va captando. Y acaba riendo.
EL… son sus manos grandes, fuertes, atrapando las suyas pequeñas que se pierden entre aquellos dedos que las aprisionan, a veces con fuerza, para darle ánimos, o simplemente como una caricia amistosa. Es igual, sea como sea, existe ese instante, ese vínculo a flor de piel, electrizante siempre. Casi desde el primer trabajo que realizaron juntos, y tuvieron que pasar la noche en aquel motel, con un apagón total; y su cuerpo descubrió entonces la calidez de sus dedos en su espalda. Eso y sus palabras tranquilizadoras, le quitaron el gran susto que llevaba dentro por el temor de estar infectada, como las demás víctimas mortales.
Sus manos palpando su espalda, -en un lugar medio perdido en una estación Polar, rodeados de desconocidos- en busca de un cuerpo extraño, presumiblemente alojado cerca de las cervicales.
Vuelve a ser EL, en mayúsculas
EL, son sus ojos escrutadores, clavados en su pequeña figura, como si buscaran ese algo misterioso que los envuelve a los dos cuando están juntos. Sus ojos en los que en más de una ocasión ha percibido un destello de deseo contenido, que ha recorrido su cuerpo, como si fuera una caricia. Le gustaría saber bucear en ellos, como si se tratara de un mar en calma; recorrer en toda la dimensión, esa mirada, para llegar hasta el fondo, aunque tuviera que ahogarse en ellos. Sin palabras. ¿Para qué? Parece que sobran. Ya con su mirada lo han dicho todo. Y ella sabe que permanece allí, a su lado, casi formando parte de su persona.
EL…es también esos labios que han depositado besos, en una caricia casi impalpable. Al pensar ahora en ellos, sólo ha conseguido descentrarse del todo de su trabajo; se da cuenta que ha repetido la última línea de lo que está escribiendo. La culpa, la tiene esa boca que siempre la ha dejado con ansias de más caricias. ¿Cuántas veces ha imaginado una escena intensa a partir de un contacto fugaz? Ha perdido la cuenta. Bailotean en su mente besos apasionados, casi salvajes, que consiguen que todo lo demás desaparezca por completo de su vista.
Intenta concentrarse en el trabajo, se dice a sí misma que quiere terminar cuanto antes, porque quiere ir a verle. Se repite que es sólo como médico. Aunque sabe muy bien que es una artimaña de su subconsciente, para acallar a su cerebro que le está diciendo que desea verle, simplemente porque sabe que no tiene quien le cuide. Se le antoja un ser desvalido, como un niño grande, perdido en un mundo hostil.
Muchas veces sus pensamientos le juegan una mala pasada al verlo indefenso, solitario, y es entonces cuando todas las moléculas de su cuerpo se ponen en movimiento para ir en su ayuda. Sabe que desde siempre ha sido así. Y a medida que han ido pasando los años, este sentimiento se ha acrecentado.
También se da cuenta, que mientras ha estado haciendo el informe, ha fantaseado, con algunas de las partes del cuerpo de su compañero.
No con todas, por decoro, por todo lo que le han inculcado desde niña, se dice a si misma, o porque no está en el lugar adecuado. Aunque lo cierto es que no está muy conforme con lo que acaba de pensar. Cree que simplemente no ha tenido tiempo para nada más.
Por fin termina con el informe. Lo subirá a Skinner, y luego dirigirá sus pasos hasta el apartamento de Mulder. Se repite que es como médico; aunque quizás le vaya mejor el nombre de enfermera.
¿Qué más da, el nombre que quiera colgarse? Lo verdaderamente importante y veraz, es que estará con EL. A su lado, para lo que haga falta. Como siempre.
Abre la puerta con su llave. En contra de lo que esperaba, no lo encuentra tumbado en el sofá; creía que le vería allí arrebujado en una manta, para paliar el frío que le dijo que sentía, cuando habló con EL por teléfono, a primera hora de la mañana.
Contra todo pronóstico está en la cama. Y aún más impredecible, está durmiendo, enseguida piensa que es normal que duerma, ya que lo que está tomando contiene antihistamínico. Mira en el termómetro de encima la mesilla de noche, la temperatura; aún es alta. Lo deja al lado del frasco del antibiótico.
Para no despertarle se quita los zapatos, y con ellos en la mano sale de la habitación. Va a la cocina donde ha dejado todo lo necesario para preparar un caldo suave, y tenerlo listo para cuando se despierte.
Tras hecho esto, desde el salón dirige la mirada hasta la habitación de Mulder. Aún duerme, está en la misma posición que lo dejó momentos antes.
No sin esfuerzo, mueve un poco el sofá, lo justo para poder ver desde allí la cama donde EL, descansa.
Se tumba encima, notando enseguida que el cuero, se ha impregnado de su olor. Cambia de lugar la almohada, para poder ver de frente la pecera. Sólo esa suave luz se difumina por la estancia; junto con la del fluorescente de la cocina, que proyecta un cono de luz por la puerta entornada. Lo demás queda en la penumbra.
Scully parece como hipnotizada por el vaivén del platillo volante que sube y baja dentro del acuario. Se siente en paz.
Abre los ojos, comprende que se ha debido de quedar dormida.
Lo primero que ve es a EL, sentado en una silla, con una manta sobre los hombros.
La está mirando sonriente.
S.- ¡Dios! No debía haberme dormido. ¿Llevas mucho rato observándome?
M.- Lo justo para saborearte a mi gusto por completo. Gracias por venir.
S.- ¿Gracias dices? Tenía que estar pendiente de lo que se está cociendo; es tu alimento, lo que necesitas para recuperarte pronto.
M.- Me despertó, el suave aroma que venía de la cocina. Vine hasta aquí, probé lo que se estaba cocinando, y me pareció, que se podía cerrar el gas.
Lo había olvidado por completo. En un arrebato, se levanta haciendo intención de ver cómo está la comida.
El, la retiene, son sus manos. Son las mismas con las que ha estado fantaseando horas atrás.
Sus ojos, en los que le gustaría perderse. Simplemente es EL, y lo tiene a escasos metros.
Piensa que es una gran suerte que no se puedan leer los pensamientos.
Le mira atentamente. Se nota a la legua que está mucho mejor que cuando le llamó por la mañana.
Prepara la comida para los dos. Huele bien y le apetece quedarse a su lado. Tomarán un alimento sano, no las porquerías que acostumbran a consumir en su casa.
Hablan de la oficina. Del trabajo que tenían entre manos. Sin previo aviso Mulder le pregunta
M.- ¿Quieres quedarte esta noche? Te cedo mi cama; yo puedo dormir en este sofá.
Scully, se da cuenta que antes pensó que era un acierto, que no le pudiera leer los pensamientos.
Ahora, cree todo lo contrario. Sería un alivio, que EL supiera de una vez por todas, todo lo que bulle en su mente. Todo sería más fácil entre ellos dos. No habría más tensiones, las cosas se deslizarían como en cualquier otra pareja. Basta de disfrazar verdades. Eran demasiados años jugando, como niños pequeños al escondite.
Le mira abiertamente a los ojos, pensando que sería muy conveniente, que EL, quisiera sumergirse en su mirada, como antes había imaginado y deseado hacerlo ella. Pero sólo le dice
S.- ¿Te encuentras peor? ¿Necesitas que me quede para cuidarte esta noche?
M.- No, simplemente, me apetece estar contigo.
S.- Ya… bueno, si lo crees necesario me quedo. Pero no me cedas la cama. Tu sofá es cómodo, y no me importa dormir en él. No puedo permitir que…
M.- De acuerdo –le atajó antes que pudiera seguir con sus argumentos – Compartiremos el lecho. Otras veces hemos dormido dentro del coche. Nos hemos comportado como dos buenos camaradas. Ahora puede ser igual, no tiene por que cambiar nada.
“No tiene por que cambiar nada” Si, pensó Scully, realmente era EL, en mayúsculas, en toda su extensión.
Pero incluso ahora tenía un encanto especial. Más que nunca le pareció ese niño solitario, y perdido que buscaba desesperadamente alguien que le quisiera de verdad. Por el mismo. Con sus defectos, sus ironías, y sus explosiones de rabia cuando las tenía.
S.- Me quedo. Aunque esto me obligue mañana a tener que madrugar para ir a mi casa a cambiarme de ropa. No me puedo presentar en el despacho con lo mismo de hoy.
Mulder se acercó a ella, y como en tantas y tantas ocasiones, retuvo entre sus manos grandes las pequeñas de Scully.
Si, se dijo Scully, por muchas cosas que hiciera, por muy torpe que pareciera a veces ante las cosas más normales, más absurdas, continuaba siendo El.
S.- ¿Sabes Mulder? hay momentos en los que pienso que estás tan metido de lleno con los alienígenas y los platillos volantes, que no sabes ver el mundo que te rodea en realidad. Porque aquí estamos en un mundo, apasionado por naturaleza. Donde las parejas, en la mayoría de los casos se desean.
M.- ¿Cómo nosotros por ejemplo? – le pregunta temiendo un poco la respuesta-
S.- Pues…si creo que si.
Scully le está mirando a los ojos directamente. Necesita ver en ellos lo que en realidad ya sabe desde hace tiempo.
M.- Entonces si aterrizo y desciendo de mi nave, y me comporto como cualquier mortal humano, ¿no seré rechazado? Tú no crees en los extraterrestres.
S.- Inténtalo. Quizás te lleves una sorpresa, cuando logres descubrir de verdad a los que te rodean.
Barcelona 2007
Les invito a conocerla por medio de sus escritos.
El, simplemente El.
TITUTLO: EL, simplemente EL
AUTORA: Duskya
TIPO: MSR
DISCLAIMER: Siguen perteneciendo a Chris Carter
SPOLIERS: Ninguno
Está sola en el despacho, sabe que Mulder no aparecerá por allí, por encontrarse en cama con una inoportuna gripe. Piensa que le tocará hacer todo el informe, con el consiguiente papeleo, a ella sola. Tratará de acelerar al máximo el trabajo, para poder salir antes y pasarse por su casa. Seguro que su nevera está vacía. Intentará llevarle algo de alimento, lo que se prescribe en estos casos, algo suave, de fácil digestión, pero que sea nutriente.
Quiere concentrarse en el trabajo, pero no lo consigue. Su pensamiento salta de una imagen a otra; y acaba confirmando algo que hasta entonces ni se lo había planteado, pero que desde luego está allí.
En todas sus visiones hay un único protagonista. EL, así, en mayúsculas. No hace falta ni mencionar su nombre, porque para ella, solo existe un EL. Comprende que desde hace años los dos siguen por el mismo sendero. Cogidos de la mano. O apoyando su brazo en sus hombros. Dentro del coche, circulando por carreteras interminables. Teniéndose que quedar a dormir en más de una ocasión allí dentro, muy juntos. Sabe qué loción de afeitado y qué colonia usa. Esa mezcla de olores forma parte de su personalidad; cuando entra en el despacho, sabe de antemano, si ya ha llegado. En cuanto abre la puerta le llega ese aroma tan personal.
EL, la ha tenido abrazada, reconfortándola tras un susto, un percance, un momento de peligro. Y esa proximidad, ya hace tiempo le sabe a poco. Ha apoyado su cabeza encima de su hombro, sintiendo cómo le acaricia el pelo. Luego ha notado que sus cabellos en más de una ocasión, se han adherido a su incipiente barba. Todos estos pequeños detalles forman parte de su vida.
EL… -suspira- Para llegar a esta conclusión, a esta aceptación, sin reservas, que con sólo esta palabra, no haya más que decir, han hecho falta años en los que les ha tocado vivir todo tipo de aventuras.
EL… ha sido su apoyo en muchas ocasiones, y lo que le parece más fuera de lugar es que le apetece lo siga siendo. Recuerda que también es a veces ese hombre burlón, cínico, con un humor endiablado, que pocos entienden. Tampoco ella en alguna ocasión, pero con el paso del tiempo, son las menos, le va captando. Y acaba riendo.
EL… son sus manos grandes, fuertes, atrapando las suyas pequeñas que se pierden entre aquellos dedos que las aprisionan, a veces con fuerza, para darle ánimos, o simplemente como una caricia amistosa. Es igual, sea como sea, existe ese instante, ese vínculo a flor de piel, electrizante siempre. Casi desde el primer trabajo que realizaron juntos, y tuvieron que pasar la noche en aquel motel, con un apagón total; y su cuerpo descubrió entonces la calidez de sus dedos en su espalda. Eso y sus palabras tranquilizadoras, le quitaron el gran susto que llevaba dentro por el temor de estar infectada, como las demás víctimas mortales.
Sus manos palpando su espalda, -en un lugar medio perdido en una estación Polar, rodeados de desconocidos- en busca de un cuerpo extraño, presumiblemente alojado cerca de las cervicales.
Vuelve a ser EL, en mayúsculas
EL, son sus ojos escrutadores, clavados en su pequeña figura, como si buscaran ese algo misterioso que los envuelve a los dos cuando están juntos. Sus ojos en los que en más de una ocasión ha percibido un destello de deseo contenido, que ha recorrido su cuerpo, como si fuera una caricia. Le gustaría saber bucear en ellos, como si se tratara de un mar en calma; recorrer en toda la dimensión, esa mirada, para llegar hasta el fondo, aunque tuviera que ahogarse en ellos. Sin palabras. ¿Para qué? Parece que sobran. Ya con su mirada lo han dicho todo. Y ella sabe que permanece allí, a su lado, casi formando parte de su persona.
EL…es también esos labios que han depositado besos, en una caricia casi impalpable. Al pensar ahora en ellos, sólo ha conseguido descentrarse del todo de su trabajo; se da cuenta que ha repetido la última línea de lo que está escribiendo. La culpa, la tiene esa boca que siempre la ha dejado con ansias de más caricias. ¿Cuántas veces ha imaginado una escena intensa a partir de un contacto fugaz? Ha perdido la cuenta. Bailotean en su mente besos apasionados, casi salvajes, que consiguen que todo lo demás desaparezca por completo de su vista.
Intenta concentrarse en el trabajo, se dice a sí misma que quiere terminar cuanto antes, porque quiere ir a verle. Se repite que es sólo como médico. Aunque sabe muy bien que es una artimaña de su subconsciente, para acallar a su cerebro que le está diciendo que desea verle, simplemente porque sabe que no tiene quien le cuide. Se le antoja un ser desvalido, como un niño grande, perdido en un mundo hostil.
Muchas veces sus pensamientos le juegan una mala pasada al verlo indefenso, solitario, y es entonces cuando todas las moléculas de su cuerpo se ponen en movimiento para ir en su ayuda. Sabe que desde siempre ha sido así. Y a medida que han ido pasando los años, este sentimiento se ha acrecentado.
También se da cuenta, que mientras ha estado haciendo el informe, ha fantaseado, con algunas de las partes del cuerpo de su compañero.
No con todas, por decoro, por todo lo que le han inculcado desde niña, se dice a si misma, o porque no está en el lugar adecuado. Aunque lo cierto es que no está muy conforme con lo que acaba de pensar. Cree que simplemente no ha tenido tiempo para nada más.
Por fin termina con el informe. Lo subirá a Skinner, y luego dirigirá sus pasos hasta el apartamento de Mulder. Se repite que es como médico; aunque quizás le vaya mejor el nombre de enfermera.
¿Qué más da, el nombre que quiera colgarse? Lo verdaderamente importante y veraz, es que estará con EL. A su lado, para lo que haga falta. Como siempre.
Abre la puerta con su llave. En contra de lo que esperaba, no lo encuentra tumbado en el sofá; creía que le vería allí arrebujado en una manta, para paliar el frío que le dijo que sentía, cuando habló con EL por teléfono, a primera hora de la mañana.
Contra todo pronóstico está en la cama. Y aún más impredecible, está durmiendo, enseguida piensa que es normal que duerma, ya que lo que está tomando contiene antihistamínico. Mira en el termómetro de encima la mesilla de noche, la temperatura; aún es alta. Lo deja al lado del frasco del antibiótico.
Para no despertarle se quita los zapatos, y con ellos en la mano sale de la habitación. Va a la cocina donde ha dejado todo lo necesario para preparar un caldo suave, y tenerlo listo para cuando se despierte.
Tras hecho esto, desde el salón dirige la mirada hasta la habitación de Mulder. Aún duerme, está en la misma posición que lo dejó momentos antes.
No sin esfuerzo, mueve un poco el sofá, lo justo para poder ver desde allí la cama donde EL, descansa.
Se tumba encima, notando enseguida que el cuero, se ha impregnado de su olor. Cambia de lugar la almohada, para poder ver de frente la pecera. Sólo esa suave luz se difumina por la estancia; junto con la del fluorescente de la cocina, que proyecta un cono de luz por la puerta entornada. Lo demás queda en la penumbra.
Scully parece como hipnotizada por el vaivén del platillo volante que sube y baja dentro del acuario. Se siente en paz.
Abre los ojos, comprende que se ha debido de quedar dormida.
Lo primero que ve es a EL, sentado en una silla, con una manta sobre los hombros.
La está mirando sonriente.
S.- ¡Dios! No debía haberme dormido. ¿Llevas mucho rato observándome?
M.- Lo justo para saborearte a mi gusto por completo. Gracias por venir.
S.- ¿Gracias dices? Tenía que estar pendiente de lo que se está cociendo; es tu alimento, lo que necesitas para recuperarte pronto.
M.- Me despertó, el suave aroma que venía de la cocina. Vine hasta aquí, probé lo que se estaba cocinando, y me pareció, que se podía cerrar el gas.
Lo había olvidado por completo. En un arrebato, se levanta haciendo intención de ver cómo está la comida.
El, la retiene, son sus manos. Son las mismas con las que ha estado fantaseando horas atrás.
Sus ojos, en los que le gustaría perderse. Simplemente es EL, y lo tiene a escasos metros.
Piensa que es una gran suerte que no se puedan leer los pensamientos.
Le mira atentamente. Se nota a la legua que está mucho mejor que cuando le llamó por la mañana.
Prepara la comida para los dos. Huele bien y le apetece quedarse a su lado. Tomarán un alimento sano, no las porquerías que acostumbran a consumir en su casa.
Hablan de la oficina. Del trabajo que tenían entre manos. Sin previo aviso Mulder le pregunta
M.- ¿Quieres quedarte esta noche? Te cedo mi cama; yo puedo dormir en este sofá.
Scully, se da cuenta que antes pensó que era un acierto, que no le pudiera leer los pensamientos.
Ahora, cree todo lo contrario. Sería un alivio, que EL supiera de una vez por todas, todo lo que bulle en su mente. Todo sería más fácil entre ellos dos. No habría más tensiones, las cosas se deslizarían como en cualquier otra pareja. Basta de disfrazar verdades. Eran demasiados años jugando, como niños pequeños al escondite.
Le mira abiertamente a los ojos, pensando que sería muy conveniente, que EL, quisiera sumergirse en su mirada, como antes había imaginado y deseado hacerlo ella. Pero sólo le dice
S.- ¿Te encuentras peor? ¿Necesitas que me quede para cuidarte esta noche?
M.- No, simplemente, me apetece estar contigo.
S.- Ya… bueno, si lo crees necesario me quedo. Pero no me cedas la cama. Tu sofá es cómodo, y no me importa dormir en él. No puedo permitir que…
M.- De acuerdo –le atajó antes que pudiera seguir con sus argumentos – Compartiremos el lecho. Otras veces hemos dormido dentro del coche. Nos hemos comportado como dos buenos camaradas. Ahora puede ser igual, no tiene por que cambiar nada.
“No tiene por que cambiar nada” Si, pensó Scully, realmente era EL, en mayúsculas, en toda su extensión.
Pero incluso ahora tenía un encanto especial. Más que nunca le pareció ese niño solitario, y perdido que buscaba desesperadamente alguien que le quisiera de verdad. Por el mismo. Con sus defectos, sus ironías, y sus explosiones de rabia cuando las tenía.
S.- Me quedo. Aunque esto me obligue mañana a tener que madrugar para ir a mi casa a cambiarme de ropa. No me puedo presentar en el despacho con lo mismo de hoy.
Mulder se acercó a ella, y como en tantas y tantas ocasiones, retuvo entre sus manos grandes las pequeñas de Scully.
Si, se dijo Scully, por muchas cosas que hiciera, por muy torpe que pareciera a veces ante las cosas más normales, más absurdas, continuaba siendo El.
S.- ¿Sabes Mulder? hay momentos en los que pienso que estás tan metido de lleno con los alienígenas y los platillos volantes, que no sabes ver el mundo que te rodea en realidad. Porque aquí estamos en un mundo, apasionado por naturaleza. Donde las parejas, en la mayoría de los casos se desean.
M.- ¿Cómo nosotros por ejemplo? – le pregunta temiendo un poco la respuesta-
S.- Pues…si creo que si.
Scully le está mirando a los ojos directamente. Necesita ver en ellos lo que en realidad ya sabe desde hace tiempo.
M.- Entonces si aterrizo y desciendo de mi nave, y me comporto como cualquier mortal humano, ¿no seré rechazado? Tú no crees en los extraterrestres.
S.- Inténtalo. Quizás te lleves una sorpresa, cuando logres descubrir de verdad a los que te rodean.
Barcelona 2007
Tengo algo que comentar respecto a Duskya, a ella no le gusta escribir relatos que sean extensos, a lo mucho hace de 3 ó 4 partes; y en referencia al presente, ella hizo una excepción realizando la versión narrada por Mulder y luego la última (Nosotros) en donde concluye la historia.
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