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lunes, abril 20, 2009

Relato: Ella

AUTORA: DUSKYA
DISCLAIMER: Como en el relato EL, simplemente EL, siguen siendo de Chris Carter
TIPO: MSR


Mulder se despierta con esa pesadez propia de un resfriado importante. Le duele todo el cuerpo. La medicación ha hecho su efecto, pero lo ha dejado completamente fuera de combate. Sabe que en estos momentos sería incapaz de perseguir a nadie, las piernas parecen de trapo, y siente la cabeza completamente hueca.

Al abrir los ojos por unos momentos cree tener una alucinación.

Desde la cama ahora puede ver su sofá.

Sabe que antes no era así. Quizás aún la fiebre se la está jugando y está delirando.

Pero lo que ve no es una jugarreta visual. Es ELLA. Así en toda la extensión de la palabra. Porque en su vida solo existe una persona que merezca esta palabra. ELLA es única. ELLA es su amiga. ELLA es su compañera. ELLA, para qué engañarse, ELLA lo es todo para él.

Se restriega los ojos para asegurarse que no es una visión. Se dice que últimamente la ve a todas horas. Seguro que se desvanecerá pronto.
Al cabo de un rato de tener la mirada fija en el mismo lugar sabe que no es uno de esos sueños que le acompañan sin cesar desde hace tiempo.

Se sabe de memoria el sonido de sus pasos al resonar por el estrecho pasillo. Por las mañanas si llega antes que ELLA, su pensamiento casi podría asegurar que está contabilizando este rumor, entretenido su mente queriendo saber cuando entrará por la puerta, para enseguida ponerse a trabajar o simular que lo hace, para que ELLA no se de cuenta de lo pendiente que está de su persona. Anda con pasos cortos, pero firmes.

Cuando salen del despacho, aún que ELLA ya esté lejos, él la sigue a cierta distancia para verla mejor.

Cuántas veces se ha quedado detrás de ella al terminar la tarea sólo para ver cómo anda, por aquel itinerario hasta el ascensor.

Aquel pasillo casi lúgubre es testimonio de sus pensamientos. Se recrea viendo el movimiento de sus caderas, en ese suave balanceo, que a sus ojos es irresistible.
En más de una ocasión ha tenido que frenar su imaginación, ya que sus manos aunque aparecen inertes colgando al lado de su cuerpo sin poderlo evitar, se están deslizando por aquellas curvas que se le antojan un sendero donde se puede perder irremisiblemente.

Ahora mientras duerme la puede contemplar a su gusto.

Está dormida. Está en su casa. En su sofá. Por unos momentos piensa si aquella acción es la correcta. Prefiere ignorarlo. Puede mucho más la nueva situación, incluso sabiendo que está vulnerando todas las reglas de la buena educación.
Se siente como un espía, y no le importa.
En realidad debería hacer notar su presencia, pero no lo hace.

Ha de hacer un esfuerzo mental enorme para encauzar sus pensamientos. Si se dejara llevar por ellos, la tendría abrazada. El cuerpo de ELLA sería para él, el cobijo donde resguardarse no sólo cuando estuviera con gripe como hoy. Desea con toda su alma que sea para siempre.

Sin hacer ruido coge una de las sillas y abrigado con una manta piensa que no tiene nada mejor que hacer que contemplarla profundamente. No es lo correcto pero seguramente ELLA, no llegará a saberlo nunca.

Ahora lo puede hacer sin temor a que su ceja se levante hasta lo infinito.

Sus cabellos están de cualquier manera posados en la almohada. La primera tentación es la de retirarlos del rostro, y ponerlos detrás de su oreja como ELLA tiene por costumbre. Pero no lo hace para no despertarla

Desea seguir mirándola a su gusto. Necesita recrearse en aquella mujer que desde hace tiempo forma parte de su vida, aunque aún no se decida a decírselo.
La placidez de su rostro, en el que resalta aquella piel que sin saber por qué le recuerda la transparencia de la espuma blanca en las olas del mar, cuando invaden la arena de una playa.

En aquellos momentos toda su persona emana tranquilidad. Y a él, le llegan esos efluvios como el mejor de los medicamentos.
Los labios de los que ha desaparecido todo vestigio de maquillaje, aparecen ante sus ojos como la personificación del deseo más carnal.
Quiere perderse en ellos, besarlos de manera suave. Recorrerlos despacio, succionando suavemente, como si se tratase de la fruta madura y jugosa que aprisionados en su boca desencadenarán una verdadera tormenta de deseo.

Está hermosa en su descuidada placidez.

Baja su mirada hasta el cuerpo. La blusa blanca con el primer botón desabrochado deja entrever su pecho, que se mueve rítmicamente al compás de su respiración.

La cadena de oro y la cruz brillan en la semipenumbra de la habitación.

Se imagina lo que podría sentir perdido en aquellas dos protuberancias firmes y turgentes.
Deben ser suaves y cálidos, invitándole sin ella ser consciente a ser besados y acariciados apasionadamente por sus labios, sus dedos torpes si esto sucediera se volverían apremiantes y se enredarían en aquella blancura de piel tan suave y tersa.
Sabe que si algún día logra perderse entre ellos, será como si por fin alcanzara algo muy deseado y preciado.

Sigue con su observación, aunque no sabe a ciencia cierta, si es conveniente, pues está notando ya como ante la visualización de ELLA, el deseo ha hecho acto de presencia. Nota en todo su cuerpo los latidos palpitantes de su corazón. Es más que notoria su excitación, que va en aumento.
Piensa que es una suerte que no esté despierta.

Tiene las manos cruzadas encima de su vientre.
Son sus manos la única parte del cuerpo que ha podido saborear a placer en otros momentos durante el tiempo que llevan trabajando juntos.
Sus manos.
Las ha retenido entre las suyas muchas veces tras algún percance. Siempre le han parecido muy pequeñas, las ha notado perdidas entre las suyas. Pero le han infundido ánimos en más de una ocasión, por la gran fortaleza que siempre desprenden.
Ahora se dice que le gustaría retenerlas, y con calma llevárselas hasta los labios donde depositaría una suave caricia.
Le gustaría sentirlas recorriendo su rostro aunque estuviera sin afeitar, notarlas dibujando sus labios como si buscaran algo muy especial.
Se lo imaginó, y en sus fantasías, les dio la vuelta para poder besar sus palmas, dejando en ellas toda la calidez y humedad de sus labios.

Ha recorrido aquel cuerpo que ajeno a sus pensamientos dormita a su lado.
Se vuelve a preguntar si es correcto lo que está haciendo.
Probablemente no lo es. Pero el placer que le proporciona es demasiado grande como para dejar de hacerlo.

No quiere detenerse en aquel vientre plano, que se mueve al ritmo de la respiración.

No puede detenerse precisamente en este lugar, puesto que si lo hace, sabe que se verá obligado irremisiblemente, a dejar su silla para irse al lavabo y dar salida a todo lo que está almacenando su cuerpo y su mente.

La falda, le deja ver las piernas por encima de las rodillas.
Las piernas bien contorneadas, son otro acicate más a sus deseos.

No obstante, puede más la pasión desbordada de aquellos momentos que todas sus buenas intenciones. Y sigue con su inspección.
Se recrea a pesar de lo que le dicta su sentido común, y visualiza como otras tantas veces aquella parte del cuerpo de la que ahora está intentando huir.
Perdido por completo en la blancura de aquella piel, que la imagina más blanca y más suave que todo lo demás.

Sin hacer ruido se levanta dirigiéndose al baño.
Con cautela, como si fuera un ladrón en su propia casa.

Quiere evitar lo que está haciendo, pero le es imposible.

A escondidas busca el placer, como en tantas ocasiones lo ha venido haciendo.
Sólo que esta vez ELLA se halla a escasos metros, tumbada en su sofá.
Si ahora mismo saliera y se volviera a sentar en aquella silla, con sólo alargar un poco el brazo, llegaría a sentir el roce de su piel en sus manos.

Piensa en cómo se han ido sucediendo las cosas entre ellos dos.

Ambos disponen de una llave de su apartamento. De mutuo acuerdo habían decidido que era mucho mejor así. En alguna ocasión tuvo el pensamiento de correr a su lado en plena noche, en lugar de esas llamadas telefónicas, que se habían convertido en una necesidad.
ELLA le había demostrado una confianza absoluta al entregarle la llave de su casa, y por nada del mundo quisiera defraudarla, aunque muchas veces, mientras sostenía el frío metal entre sus manos, el pensamiento le acuciara para que fuera a su lado.

Esperó un poco para salir de aquel encierro voluntario.

Quiere y teme volver a la silla donde estuviera momentos antes una vez calmada su necesidad. Ya podrá sentarse otra vez, aunque ahora intentará por todos los medios, no recrear con tanta pasión su mirada en aquella pequeña pelirroja que desde hace mucho tiempo le tiene el pensamiento ocupado por completo.

Se da cuenta que el espejo del baño, no le ha devuelto su imagen.

Ha tenido ante sí, a ELLA.

ELLA, que en sus fantasías le estaba acariciando.

Ha visto incluso aquellos ojos que le miraban llenos de amor, de deseo.

Y en su imaginación ha surgido todo lo bello que una pareja puede transmitirse con sus caricias.

Sale del cuarto de baño, sigilosamente sin hacer ruido. No quiere despertarla, necesita todavía seguir con su contemplación.

Antes de sentarse en su silla de observación, apagó lo que se estaba cocinando. Se dijo que olía bien.

Ya más calmado puede seguir con la trayectoria que empezara momentos antes. Ahora se siente completamente relajado.

Sin previo aviso Scully abre los ojos.

El la mira sonriente.

Se enternece con todos los cometarios y reproches que se hace ELLA misma respecto a que no debió dormirse. Se echaba la culpa por aquel descuido.

No quiere más disculpas. Sólo desea que permanezca a su lado. Y se lo dice. Escondiendo no obstante los motivos que le inducen a pedirle que se quede.

ELLA, le está diciendo cosas que antes nunca había comentado.
Le está hablando de platillos volantes, de parejas normales, no como ellos dos.

Por torpe que sea, comprende claramente que es una clara invitación.

Se mira en aquellos ojos que tienen la mirada fija en los suyos.

Después de un breve titubeo, se acerca decidido hasta ella. Sus palabras se pierden en su cabeza. Nada que no sea aquel cuerpo tan deseado, tiene importancia en estos momentos.

ELLA le dice que se llevará una sorpresa si aterriza.

Y EL se pregunta quien de los dos, tendrá más sorpresas de ahora en adelante. Ya que ante tan clara invitación, dejará libre por completo lo que hasta ahora han sido sólo fantasías. EL por fin hará realidad sus sueños más profundos. Y esta vez, no será ante un espejo.

Siente entre sus brazos el cuerpo de Scully.

No es ningún sueño aunque lo parezca, puesto que lo ha vivido en otras ocasiones en sus delirios, en sus anhelos.

Su mente no obstante se pregunta, si no será fruto de su fiebre todo lo que está viviendo. Pero no, aquel calor proviene del cuerpo junto al suyo. Sus manos recíprocamente se pierden en sus cuerpos, queriendo descubrir aquello que tan celosamente han ido guardando durante años.

Mulder bendice mentalmente a todos los virus que han conseguido hacer realidad uno de sus mayores deseos.

Scully se deja abrazar, deja que las manos de EL, que durante toda la mañana estuvieron en su cabeza, ahora persigan en su cuerpo todo lo que tiene necesidad de darle.

Por primera vez se alegra de esta inoportuna gripe que ha conseguido por fin, que Mulder se muestre de una vez por todas, tal como ELLA lo había imaginado


Barcelona abril 2009

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